Desconocíamos de quién era el disfraz. Sigo sin saberlo. Por aquel entonces sabía tan poco como ahora de superheroínas. Tenía frío, me sentía desnuda, vulnerable, y no sabía cómo mantener en su sitio ese sujetador que nada tenía que sujetar. Mi hermano era Spiderman y a ese le conocíamos todos. Le envidié. Pero no por eso. Yo también quería esconderme tras una máscara, llevar mi cuerpo tapado y que nadie pudiese verme. Sentirme segura.
Hoy sigo envidiando que él camine sin que la gente se fije en su cuerpo y sobre todo, con esa seguridad que debe proporcionar ser invisible, que nadie te diga nada por la calle y sin necesidad de ser un superhéroe. Porque yo (nosotras) siento que necesito algún disfraz o superpoderes para poder seguir adelante, a veces. Un tío ayer me dijo en la calle que "me daría por el culo hasta rompérmelo". A las 21 de la noche. Llevando a mi sobrina de 2 años de la mano. Esa a la que hoy le brillan los ojos mirando la cabalgata. Esa que merece un mundo diferente. Como todas.
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