Esa mirada
Hace más de treinta años, una niña aguantaba el frío de la calle y el terror a los ojos sin cara. Esperaba con ansia el momento en que su abuela le anunciaba "ahí viene; la virgen que te gusta, la del manto negro, la que llora". Hoy he vuelto a ver a esa niña, mirándome de frente, intentando averiguar quién soy y qué me ha pasado en estos últimos años. Han sido solo unos segundos pero hay miradas que duran toda la vida. Aunque no sepamos leer en ellas. O precisamente por eso.
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