De pequeña quería ser acróbata, como la de "Dragones y mazmorras", pero era muy grande y se sentía más bien como la mujer forzuda. Aunque nunca supo quién era esa Sansona del siglo XX con quien la comparaban, ni dónde estaba la fuerza colosal que otros le suponían. Quizá le sirvió para sostener después a la mujer barbuda. La que se especializó en contorsionismos sociales y trucos de magia íntimos. La escapista personal. La tragasables de hoja afilada. La mujer cortada en trozos. Nada por aquí. Todo por allá.
Había una vez un circo, sí, pero cerró. Que el que vende alegría perpetua a un corazón, tiene más de charlatán que de artista. Mientras busca una nueva carpa, ensaya mucho y variado. Payasa a tiempo completo, trapecista sin red y domadora de fieras internas. No domina ningún número, de momento. Ni falta que le hace. Pasen y vean. O no.
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