Extasiada, encuentro el escenario enteramente embellecido. Es especial ese entorno extraordinario. Enamora.
Esta escultura, efectivamente emociona, Eduardo. Entras en ella, experimentas eternidad...embriaga. Enseguida extrañas, elucubras, entregas el espíritu en esa explosión: estruendo ensordecedor, empuje, ensoñación, espejismo... En ebullición emocional (eludiré expresar el excesivo "entras en éxtasis"), entonces, entiendes.
Era eso, esa estrategia: peinar el viento...para que se nos cuele en el alma.
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