domingo, 17 de febrero de 2019

Súper heroínas



Desconocíamos de quién era el disfraz. Sigo sin saberlo. Por aquel entonces sabía tan poco como ahora de superheroínas. Tenía frío, me sentía desnuda, vulnerable, y no sabía cómo mantener en su sitio ese sujetador que nada tenía que sujetar. Mi hermano era Spiderman y a ese le conocíamos todos. Le envidié. Pero no por eso. Yo también quería esconderme tras una máscara, llevar mi cuerpo tapado y que nadie pudiese verme. Sentirme segura. 
Hoy sigo envidiando que él camine sin que la gente se fije en su cuerpo y sobre todo, con esa seguridad que debe proporcionar ser invisible, que nadie te diga nada por la calle y sin necesidad de ser un superhéroe. Porque yo (nosotras) siento que necesito algún disfraz o superpoderes para poder seguir adelante, a veces. Un tío ayer me dijo en la calle que "me daría por el culo hasta rompérmelo". A las 21 de la noche. Llevando a mi sobrina de 2 años de la mano. Esa a la que hoy le brillan los ojos mirando la cabalgata. Esa que merece un mundo diferente. Como todas.

Jugar la vida


Partamos de la base de que no creo que estés ahí arriba. No es nada personal, no te rebotes. Tu historia nunca tuvo gancho para mí, que tiro libre por la vida. Quizá nos diste demasiada cancha. En mi caso al menos, te salió mal la jugada porque nunca necesité tu asistencia. Camino sola. Y bailo. Aunque la vida me pite paso(s)dobles. O precisamente por eso. 

Peseando por mi vida



Hoy me he topado con una yo a la que había olvidado por completo. Puede que nunca la hubiera visto, de hecho. 
Es lo que tiene pesear, con e, por tu vida durante horas.
Que cada paso me enseña un peso.
Que cuando piso me deja poso.
Que no sé qué me puso aquí.