domingo, 16 de febrero de 2020

Circense




De pequeña quería ser acróbata, como la de "Dragones y mazmorras", pero era muy grande y se sentía más bien como la mujer forzuda. Aunque nunca supo quién era esa Sansona del siglo XX con quien la comparaban, ni dónde estaba la fuerza colosal que otros le suponían. Quizá le sirvió para sostener después a la mujer barbuda. La que se especializó en contorsionismos sociales y trucos de magia íntimos. La escapista personal. La tragasables de hoja afilada. La mujer cortada en trozos. Nada por aquí. Todo por allá.
Había una vez un circo, sí, pero cerró. Que el que vende alegría perpetua a un corazón, tiene más de charlatán que de artista. Mientras busca una nueva carpa, ensaya mucho y variado. Payasa a tiempo completo, trapecista sin red y domadora de fieras internas. No domina ningún número, de momento. Ni falta que le hace. Pasen y vean. O no.


domingo, 9 de febrero de 2020

Feliz cumpleaños


Cuando cumplas 43, serás profesora en ese instituto que tienes frente a ti. Y te parecerá que no ha pasado el tiempo ni has cambiado apenas. La palabra infinito te producirá la misma angustia, el azul siempre será tu favorito, los domingos te dará miedo dormir, bailar será refugio y éxtasis y seguirás odiando que te toquen la cabeza.
Cuando cumplas 43, también serás otra persona y mirarás tu vida desde ángulos recién estrenados. Tu mundo se volverá relativo, violeta, complejo, lejano, íntimo, indulgente...
Y ese cumple que todo el mundo dirá que es especial por caer en día capicúa, lo será en realidad por un palíndromo. Porque por fin sabrás que RECONOCERSE ES (sobre todo) RECONOCER.


El rodaje


No es ningún spoiler, todo el mundo lo sabe. A través de diferentes formatos, además, desde el clásico carpe diem al tradicional tiempo que vuela. Podía haberlo tenido en cuenta, incluir una voz en off que me lo repitiese de vez en cuando. Pero nunca me ha gustado ese recurso. Así que aquí estoy, sin dar crédito, ni saber aún qué título elegir. Y en vísperas del estreno.

El rodaje ha sido muy cansado. Las últimas películas están costando más de lo previsto. Demasiadas secuencias que conllevan un montaje complejo. Aunque el argumento se mueve en una temática muy habitual, lo que no quita para que haya dejado algunas secuencias memorables. Como la del teatro dentro del teatro dentro de una sala de conferencias que no sirve para hacer teatro. Bastante alocada, sí, pero con escenas de las que golpean el alma del público y lo dejan clavado en la butaca. O todas esas escenas veraniegas, en localizaciones marítimas, donde los diálogos suenan a vida de verdad. Incluso los primeros planos, mucho más íntimos, con los que se pretende indagar en la protagonista.
El reparto, como es habitual en mis producciones, brilla en pantalla. Soy buena directora de castings. Mis actores y actrices fetiche, siempre conmigo. Las reincorporaciones de personajes esenciales para la saga que, aunque a veces desaparezcan, siempre están. Y nuevos nombres en el elenco, como los que dan vida a los tres inolvidables personajes femeninos que acompañan a la protagonista en el instituto en el que se sitúa la mayor parte de la acción. Para la pequeña actriz revelación, no hay palabras. Ni premios, porque su edad no le permite ser nominada. Ya le daremos un globo que supere al de oro.
Con todo esto, no sabría valorar, a día de hoy, esta cinta. Pero una vez más, poco me importa. No busco alfombras rojas, ni estrellas en el cemento. Solo seguir rodando. Así que, comienza un nuevo rodaje, sin buscar secuelas, sin guion previo. Solo con luces, cámara y pasión.


Navidad


Tráeme primero a Melchor, que es el que va en elefante. Busca un señor que lleva un cerdo en una carretilla, el que sube la rampa. Ahora a los hombres con un caballo que bebe de un pozo... Y así, mi hermano y yo rebuscábamos entre todas esas figuras que ocupaban la mesa y habían pasado de las ilustraciones de Doré, alguna historia sagrada o simplemente, su cabeza, a las manos de mi abuelo, que las convertía en barro. Cada figura traía consigo una anécdota que mi padre relataba al colocarla, como ese burro en el que montaban tres niñas que, en realidad, eran mis tías, de pequeñas. Yo siempre quería coger a la Virgen. Creía que la nuestra era la única que jugaba con su niño. Y eso me encantaba.
Montar ese mundo que ocupaba todo nuestro salón era todo magia. Pero a pesar de eso, nunca me gustaron estas fiestas. Hoy, menos aún. Quizá por eso de que "son para niños" y con los que yo puedo jugar no son los míos. O porque celebrar algo en lo que no creo me hace sentir un poco figurita de barro... O sabrá dios por qué.